Cuando el mes de agosto va tocando su fin, Alcolea empieza a impacientarse, en las vísperas de las Fiestas patronales en honor a la Virgen del Consuelo, ya por estas fechas las campanas y los cohetes, se convierten en el metrónomo, que marca el compás vital de esta ribereña villa bañada por el Guadalquivir, es también en estos días cuando poco a poco, el pueblo se va engalanando con colgaduras, calles con pavimento pintado en los colores de la Virgen, así como con los argentos arcos de la Calle Arriba. Van pasando los días y las horas y el pueblo se impacienta cada vez mas por que llegue el día más esperado del año, su 8 de septiembre, día que todos sentimos muy cercano cuando se produce la jura de reglas de nuevos hermanos en la parroquia de san Juan Bautista en el fin de semana antes del 8.
Por fin llega este día que todos aguardamos durante todo un año, ese día en el que nos reencontramos con los familiares que viven de lejos, y echamos de menos a todos aquellos que ya no están, pues se fueron más cerca de su Madre del Cielo, ese día que vivimos con jubilo y alegría, en el que por unos momentos volvemos a la infancia, en el que se lucen las mejores galas, en el que salimos a buscar a la Señora y ella nos busca a nosotros.
Llegan las 10 de la mañana, el repique de las campanas incluso suena diferente, los cohetes son más abundantes, todos los alcoleanos peregrinamos a la iglesia, en la que no cabe un alfiler, se lleva a termino la función principal de instituto, allí, nos reencontramos con los vecinos y amigos a los que por la distancia no podemos ver todos los días, pero que por estas fechas regresan a su pueblo, y la vemos a Ella, en su paso esperando para repartir la palabra más bella del mundo CONSUELO, por las calles de Alcolea.
A medio día, nos dirigimos a las casetas de la feria y disfrutamos durante unas horas, aunque sin mucho apurar, hay que descansar para la Procesión.
A las 9 de la Noche, la Señora, pisa suelo alcoleano al atravesar el dintel de la puerta, ya que el paso ha de tocar tierra debido a las recortadas dimensiones de esta, suena la marcha real, y como si fuera un sueño, la Virgen empieza a ser suspendida por sus costaleros desde el suelo hasta sus costales. Suena la banda de música, marchas alegres como Reina de Triana o Coronación de la Macarena, en esos momentos, la Virgen va paseando por las calles de su pueblo, visitando a todos los hermanos impedidos por la edad o la enfermedad, ante los que se detiene unos segundos para mirarlos y darles la salud que necesitan, llega al ayuntamiento, donde hace el saludo y recibe las flores de la corporación municipal, y sigue caminando, para encontrarse con la hermandad del Rosario en el Cristo. Los momentos más recomendables de la procesión, son la Salida, por la dificultad antes mencionada, la Muralla de Río, la Plaza del Ayuntamiento, el saludo en la Capilla del Cristo, la revirá de la esquina de la Tejera y la entrada.
El día 8 de septiembre, se inicia también la feria, en la que los alcoleanos disfrutamos durante unos día, del cante, el baile y la gastronomía junto a nuestros amigos, existen varias casetas en las que todas las personas que vengan a Alcolea serán bien recibidas. También se realizan muchas actividades culturales en el real de la Feria, como las cerreras de cinta de motos y bicicletas el jueves, paseos de caballos todos los días y carrera de cintas a caballo el domingo, finalmente como colofón final el castillo de fuegos artificiales el domingo a las 12 de la noche.
Una vez que termina la feria, se inicia la novena en honor a la Virgen del Consuelo, por lo que cohetes y campanas vuelven a hacerse el sonido más común de Alcolea, a las 8:30 de la tarde comienza el rezo del Santo Rosario, empezando a las 9 la eucaristía. Durante todos estos días, la Virgen luce radiante entre flores y candelabros en el magnifico altar de cultos que monta la priostía de la hermandad.
Una vez que la Novena toca a su fin, los alcoleanos, nos encaminamos a la segunda cita más importante que tenemos con nuestra madre, allí podemos ver como ha bajado de su altar de cultos y se encuentra en el suelo del presbiterio, esperando que todos sus hijos le besen las manos. Durante varias horas del Viernes de Besamanos, el ir y venir de gente hacia la parroquia, los cohetes y las campanas, le dan al pueblo la vida que solo puede dar una Madre.
Una vez que pasa el fin de semana la Virgen, sube a su camarín, donde podemos visitarla todo el año, y desde donde espera otro mes de septiembre.
Antonio Montero Parrilla
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